Cuando te conocí
me propuse ahorrar tres horas de canicas para regalarte
pero las perdí con un niño muy hábil.
Quería regalarte mi corazón
pero lo olvidé en la camisa de ayer.
Quería regalarte una libélula amaestrada tornasol
pero mi rinoceronte de origami la aplastó,
por último pensé en este poema
Asistí a un curso intensivo de poesía para tontos
pero lo reprobé.
Ahora no encuentro qué regalarte.
Güey, Ome. Me encanta lo que escribes. Te estoy leyendo todo. Soy feliz.
ResponderEliminarMiréia, muchas gracias. :)
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