martes, 5 de octubre de 2010

Otoño


El otoño

es la mejor estación si

uno está enamorado y

es bien correspondido,

para tomarse de la mano

por calles húmedas

de hojas caídas y árboles

que muestran

temblorosos

sus costillas desnudas.

En cambio

si uno sólo

está enamorado

el otoño es la mejor estación

para recargarse en el hombro

de una lámpara taciturna

recién iluminada


Y fumar.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Caballitos


Si hay algo que molesta mucho, además de que le gente tire basura en las calles es el horrible llanto desconsolado de un niño en algún lugar público, en el autobús por ejemplo. Hace poco descubrí que es un buen lugar para hacer introspección, además te trasladas a otro lugar mientras la realizas, siempre y cuando el camión no esté saturado -es muy importante ir sentado y del lado de la ventanilla para la mejor concentración-. Ayer precisamente, después de salir del trabajo, tomé el camión como todas las noches, para mi buena fortuna estaba casi vacío, entonces me ubiqué en el lugar estratégico para meditar. Minutos después sube una mujer con su hijo en brazos, el niño lloraba inconsolable, lo primero que pensé fue: qué chamaco tan odioso, él tendría aproximadamente 4 años. El agradable viaje de regreso a mi casa se había arruinado. La mujer trataba de calmarlo. No me resistí a voltear a ver la cara del molesto niño y así lo hice, su cara trasmitía una gran tristeza, me pregunté qué pudo haberle causado tanto daño, después pensé que hay mujeres que golpean mucho a sus hijos por cualquier cosa, este no era el caso. Una vez que me enteré de la razón del doloroso llanto entendí al niño: La mujer encargada de los caballitos -el carrusel- por alguna razón no le había permitido subirse al juego. Cualquiera lloraría si le prohiben disfrutar un paseo a caballo.

domingo, 22 de agosto de 2010

Agosto



Otra vez era domingo,
volví a asomarme por la ventana
vi las flores, el cielo,
una araucaria
y como era agosto también vi la lluvia
y todo me gritaba:
Anda escribe.
Y yo dije:
Sí, lo voy a intentar.

jueves, 29 de julio de 2010

Libélula


Ahí va volando,
parándose sobre el agua
o sosteniéndose sin hilos y
arnés en el aire,
con sus cuatro hélices
traslúcidas sin rotor
el helicóptero de la naturaleza.

jueves, 15 de julio de 2010

lunes, 21 de junio de 2010

Aveces


A veces

de noche

pronuncio entre sueños

tu nombre

éste resuena tan fuerte

que los pájaros

que alberga la bóveda

de mi corazón

salen y revolotean

por toda la casa

y no me dejan descansar.

domingo, 25 de abril de 2010

El viaje


Nací una mañana de diciembre, no sé si fue un día con niebla pero me gusta imaginar que sí. Nací en casa de mis abuelos maternos con la ayuda de mi bisabuela a la que logré conocer. Mi hermana dice que cuando era pequeño lloraba como gallina, realmente no puedo imaginarme cómo podría ser eso posible. Me atormentó eso que me dijo mi hermana durante un tiempo, ahora creo que dijo eso porque tenía celos de su hermano más pequeño.
Realmente tengo pocos recuerdos de mi infancia, al parecer mi cerebro decidió olvidar las cosas que me causaban dolor. No recuerdo bien a mi madre, las únicas imágenes que tengo de ella son las fotos colgadas en la sala de la antigua casa. Cuando veo su cara redonda, ojos tristes y boca pequeña me recuerda a mi. No tuve conciencia de que me faltaba una madre hasta tercer grado de primaria, después en la secundaria la tristeza se acrecentó, como si hubiera muerto apenas unas semanas atrás y no varios años antes, actualmente creo que lo he superado aunque a veces me pregunto si en realidad existió una madre para mi. Todas las personas que la conocieron dicen que ella fue bella y buena gente, eso me llena de satisfacción.
Recuerdo que un día, así de la nada a mi padre se le ocurrió mudarnos de ciudad pues las cosas no andaban para nada bien. Viajamos en un VW. Ese día el cielo se obscureció a causa de un gran eclipse de sol. Y así mis hermanos, mi padre, mi abuela y la mujer que tomaría la figura de mi madre, amontonados en el VW rojo, sin más cosas que unas cuantas mudas de ropa, viajábamos hacia un futuro incierto en un día que por unos momentos se volvió noche.

sábado, 17 de abril de 2010

Te diré



Caminemos juntos.
Toma mi mano,
te diré
no tengas miedo,
camina bajo la lluvia
cuando tengas oportunidad,
llora cuando sea necesario,
ríe.

Disfruta de la
libélula posada en el aire.
Que miles de cocuyos
Iluminen tu camino.


Vayamos al mar de noche,
que las olas acaricien
nuestros cuerpos
y las estrellas
miren lejanas nuestro brillo.

domingo, 11 de abril de 2010

Regalo


Cuando te conocí

me propuse ahorrar tres horas de canicas para regalarte

pero las perdí con un niño muy hábil.

Quería regalarte mi corazón

pero lo olvidé en la camisa de ayer.

Quería regalarte una libélula amaestrada tornasol

pero mi rinoceronte de origami la aplastó,

por último pensé en este poema

Asistí a un curso intensivo de poesía para tontos

pero lo reprobé.

Ahora no encuentro qué regalarte.

domingo, 7 de febrero de 2010

El conejo de la luna


Una vez
cuando era niño
y tenía paciencia
para mirar el cielo de noche,
conté todas las estrellas
dos veces.

vi al conejo que habita en la luna
saltar a un crater
buscando a lo mejor
alguna zanahoria lunar.

domingo, 24 de enero de 2010

3 a.m


3:00 a.m
recorrer el pasillo
pararse desnudo frente al espejo,
observar
la asimetría de mi cara,
mi espalda de lagarto
mi carne erizada por el frío
recorrer el pasillo una vez más.
Escuchar el corazón acelerado.
tratar de escribir

para conciliar el sueño.

sábado, 9 de enero de 2010

Vacaciones

Hace algunas vacaciones, no recuerdo cuáles exactamente mi padre nos llevó a la milpa del abuelo para cortar tres cedros, al principio yo no estuve de acuerdo pues los árboles son necesarios y hermosos.
Cuando nos encontrábamos ya en el campo mi padre sirvió aguardiente en un vaso, se dirigió a los cedros, los tocó y derramó un poco de aguardiente al pié de ellos. Después de esto el acerrador entró en acción y haciendo alarde de su fortaleza a pesar de ser pequeño levantaba la motosierra con facilidad al mismo tiempo que aceleraba el artefacto produciendo un fuerte sonido.
La hoja de la sierra penetraba fácilmente en la rojiza madera. Nosotros debíamos tirar de una reata atada al árbol para dirigir la caída de esos gigantes. Así fue con tres árboles de manera rápida, para nada silenciosa. Había un cuarto cedro  que no había sido contemplado para su tala, fue de último momento. El hombre tomó su motosierra y repitió la misma operación de los árboles anteriores para ese momento ya reducidos a tablones. El último árbol mostró resistencia, se negaba a caer, lo atamos y tirábamos de él pero este no se vencía. El día empezaba a oscurecer y nosotros regresamos a la casa. En el camino el hombre de la motosierra nos contaba que esa era la primera vez que le sucedía, ningún árbol anterior le había costado tanto trabajo como el último que intentó derribar. Yo estaba bastante agotado y el cuerpo me dolía, jamás había trabajado tanto pero por alguna extraña razón me sentía bien.
Al día siguiente con las energías repuestas retomamos la tarea inconclusa. Recordé que el día anterior a ese árbol no se le había derramado aguardiente, entonces en esa ocasión sí se hizo. Unos cuantos tirones después el árbol cedió.
Ya cuando los cuatro cedros estaban en el suelo convertidos en tablones, el hombre de la motosierra nos veía desde donde estaba sentado pues su trabajo sólo era el de aserrar y no cargar madera -eso decía él-, se reía de nosotros, decía que su hija podía cargar un tablón más pesado que los que nosotros acarreábamos en ese momento.
Al parecer yo no fui el único que resintió el hecho de cortar esos árboles, mi abuelo también. Aunque mi abuelo es un hombre de pocas palabras le comentó a su mujer que había sembrado los cedros cuando Juan -mi padre- tenía cuatro años.
Tres días de trabajo fue el tiempo que nos costó trasladar la madera desde el monte hasta la casa de los abuelos, yo deseaba con esa madera mandar construir un bonito librero o una mesa minimalista, después entendí que esos cedros que mi abuelo había sembrado cuando su primer hijo era un niño, tiempo después servirá para el día que los abuelos nos dejen y quieran finalmente descansar.